Las fuerzas del lenguaje son las damas solitarias, desoladas, que cantan a través de mi voz que escucho a lo lejos. Y lejos, en la negra arena, yace una niña densa de música ancestral. ¿Dónde la verdadera muerte? He querido iluminarme a la luz de mi falta de luz. Los ramos se mueren en la memoria. La yacente anida en mí con su máscara de loba. La que no pudo más e imploró llamas y ardimos.
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Cuando a la casa del lenguaje se le vuela el tejado y las palabras no guarecen, yo hablo. Las damas de rojo se extraviaron dentro de sus máscaras aunque regresarán para sollozar entre flores. No es muda la muerte. Escucho el canto de los enlutados sellar las hendiduras del silencio. Escucho tu dulcísimo llanto florecer mi silencio gris.
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La muerte ha restituido al silencio su prestigio hechizante. Y yo no diré mi poema y yo he de decirlo. Aún si el poema (aquí, ahora) no tiene sentido, no tiene destino.
*nota: Algún sentido objetivo en parte, y por qué no, mecanismo inconsciente, publicar obras ajenas. En este caso de Pizarnik, en una suerte de me-publico-a-mi-mismo-algo (rebosando faltas de todo tipo y por eso justamente). No creo que a uno por alguna razón especifica le cuaje la idea de que es un simple gusto o nosequé, en fin...
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La muerte ha restituido al silencio su prestigio hechizante. Y yo no diré mi poema y yo he de decirlo. Aún si el poema (aquí, ahora) no tiene sentido, no tiene destino.
*nota: Algún sentido objetivo en parte, y por qué no, mecanismo inconsciente, publicar obras ajenas. En este caso de Pizarnik, en una suerte de me-publico-a-mi-mismo-algo (rebosando faltas de todo tipo y por eso justamente). No creo que a uno por alguna razón especifica le cuaje la idea de que es un simple gusto o nosequé, en fin...
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