domingo, 28 de septiembre de 2008

El mate, che

El mate no es una bebida. Bueno, sí. Es un líquido y entra por la boca. Pero no es una bebida. En este país nadie toma mate porque tenga sed. Es más bien una costumbre, como rascarse. El mate es exactamente lo contrario que la televisión: te hace conversar si estás con alguien, y te hace pensar cuando estás solo. Cuando llega alguien a tu casa la primera frase es "hola" y la segunda "¿unos mates?". Esto pasa en las casas. En la de los ricos y en la de los pobres.
Pasa entre mujeres charlatanas y chismosas, y pasa entre hombres serios o inmaduros.
Pasa entre los viejos de un geriátrico y entre los adolescentes mientras estudian o se drogan. Es lo único que comparten los padres y los hijos sin discutir ni echarse en cara. Peronistas y radicales ceban mate sin preguntar. En verano y en invierno. Es lo único en lo que nos parecemos las víctimas y los verdugos; los buenos y los malos.
Cuando tenés un hijo, le empezás a dar mate cuando te pide. Se lo das tibiecito, con mucha azúcar, y se sienten grandes. Sentís un orgullo enorme cuando un esquenuncito de tu sangre empieza a chupar mate. Se te sale el corazón del cuerpo. Después ellos, con los años, elegirán si tomarlo amargo, dulce, muy caliente, tereré, con cáscara de naranja, con yuyos, con un chorrito de limón. Cuando conocés a alguien por primera vez, te tomás unos mates. La gente pregunta, cuando no hay confianza: "¿Dulce o amargo?". El otro responde: "Como tomes vos". Los teclados de Argentina tienen las letras llenas de yerba. La yerba es lo único que hay siempre, en todas las casas. Siempre. Con inflación, con hambre, con militares, con democracia, con cualquiera de nuestras pestes y maldiciones eternas. Y si un día no hay yerba, un vecino tiene y te da. La yerba no se le niega a nadie. Éste es el único país del mundo en donde la decisión de dejar de ser un chico y empezar a ser un hombre ocurre un día en particular. Nada de pantalones largos, circuncisión, universidad o vivir lejos de los padres. Acá empezamos a ser grandes el día que tenemos la necesidad de tomar por primera vez unos mates, solos. No es casualidad. No es porque sí. El día que un chico pone la pava al fuego y toma su primer mate sin que haya nadie en casa, en ese minuto, es que ha descubierto que tiene alma. O está muerto de miedo, o está muerto de amor, o algo: pero no es un día cualquiera. Ninguno de nosotros nos acordamos del día en que tomamos por primera vez un mate solo. Pero debe haber sido un día importante para cada uno. Por adentro hay revoluciones. El sencillo mate es nada más y nada menos que una demostración de valores... Es la solidaridad de bancar esos mates lavados porque la charla es buena. La charla, no el mate. Es el respeto por los tiempos para hablar y escuchar, vos hablás mientras el otro toma y Es la sinceridad para decir: ¡Basta, cambiá la yerba!".
Es el compañerismo hecho momento. Es la sensibilidad al agua hirviendo. Es el cariño para preguntar, estúpidamente, "¿está caliente, no?". Es la modestia de quien ceba el mejor mate. Es la generosidad de dar hasta el final. Es la hospitalidad de la invitación. Es la justicia de uno por uno. Es la obligación de decir "gracias", al menos una vez al día. Es la actitud ética, franca y leal de encontrarse sin mayores pretensiones que compartir.
Ahora vos sabés: un mate no es sólo un mate...

[Lalo Mir, "Bla Bla Lalo", Radio Mitre]

sábado, 27 de septiembre de 2008

Baldozas de rechazo

Tanto ruido de afuera, tanto piano desafinado que no sale
si fuera cierto me darias una simpleza vacia y no el espasmo
que se retuerce y te recorre desde la punta de los dedos hasta la cara
esa mueca desganada que dice que no
estaria soñando tulipanes si fuese cierto

ofreciéndome el rostro de frente que entibia el sablazo
que pide perdón en silencio mientras el humo te habita
y los hábitos te humean

sin el pesar de las gotas, sin las manchas de adentro
esta bien.- yo te balbuceo.
y hundiendome en la lluvia de baldozas flojas
de baldozas que se hunden y tragan y devoran
baldozas que hunden y tragan y devoran
otro mundo mojado en el que ya no existen
las baldozas que se hunden y tragan y devoran
en que ya son recuerdo de vos
en que ya me hundiré y seré tragado y seré devorado
hasta que las ocupen otros habitantes.

martes, 16 de septiembre de 2008

Noche escurridiza

Cualquier coincidencia con la realidad es pura casualidad. Pero la casualidad es un tema para discutir en otro momento.

Hay ciertas noches que requieren su debida explicacion para que puedran proseguir y no caer presas del vacio del tiempo, no quedar infinitamente culpables resonando en las mentes capitalistas responsables, por lo menos, en este caso.
Se comienza con un sueño extraño, como la mayoria de los sueños que terminan por despertarnos. Yo la veo recorrer una Mar del Plata que solo existio en sueños pasados, en barrios recidenciales, lleno de arboles y jardines con libustrines cubriendo las façadas, el verde frondoso le da una vitalidad diurna a la luna que se posa llena. Y la comunicacion telefónica se vuelve dificultuosa mientras ella va con su amiga, que jamás había visto en otro lugar, salvo en ese taxi. Y se pierde la calidad de imágen. De repente, me veo buscando. No me veo calaramente, porque uno nunca llega a verse en los sueños, pero me veo corriendo bajo el follaje de las verdes y calurosas calles de esa noche inexistente donde de la nada aparece una farmacia con una larga fila en la puerta, a lo cuál yo, como buen hijo de burócrata hago por inercia mientras insisto en el llamado absurdo.
Por ahí debería haber guardado mas misterio a la hora del sueño y no largar el bocado entero. Como para que cueste el proceso de descifrar las cartas que se tienen, nunca fuí un gran jugador de póquer. El tema es que hasta ahora revele la carta central de mi baraja, de la que dependen todos los movimientos posibles, pero que resultan imprevesibles si no se tiene un conocimiento mayor.
Al despertar, el sueño me dejó, acompañado de un gusto seco, la premisa de que la noche comenzaba en ese mismo instante. Ya era inútil intentar volver a dormir como si no hubiese pasado nada, la noche empezaba a latir desde sus entrañas y yo no conozco persona cuerda que moleste a un perro hambriento mientras éste come.
La primer visión real es el horrible lugar donde despierto. 62 diferentes razones para ve a la lógica formal como algo irracional. Ardor de garganta por causas nicotinales y una especie de aceptación, aceptación de que yo era el culpable de haberme despertado, no habia sido la culpa de ningún abrupto ruido de los ruidosos vecinos, que no había sido culpa del penoso recuerdo y la obvia asociasión de una farmacia llena y ella inalcanzable en un auto con una persona desconocida censurando a otra tan evidente; la metafora era absurda. La culpa de despertar en esa horrible habitación carente de personalidad no era mas que mía y que la culpa de leer un experimento literario de un tipo cuya vida fue un experimento no era de más nadie que mía. Todas mías, al despertar del sueño fuí el dueño de todas las culpas y la noche viva obligandome a olerlas, a sentirlas, a vivirlas, ensuciándome en ellas, enchastándome hasta los ojos de ellas. Mostrándome a través de los ojos de un científico literario que lejos qué estaba de la felicidad alguna vez soñada por el niño que fuí.
Noche que no camina, que no se deja descifrar salvo en la obviedad que la crea. Que oculta sus puertas para permanecer secreta e indescifrable(!) por siempre, como tantas otras noches que se aliaron con el tedio y el desgano. Noche que busca que la busquen bajo la luna, pero sin salir, sin mover un pelo, porque eso sería cometer el error más grande de todos, eso sería tirar por la borda toda pista, contaminar la esena del crimen y perder todo rastro de la noche; que no quiere ser encontrada.
El científico recorre mi mente una y otra vez, tirando ideas, creando situaciones y conversaciones que se leen entre lineas "No me juzgue por mi edad Don Jules Forest, no cometa ese error, y se lo digo en personaje, porque yo desde que era muy pibe aprendi que si reencarnaba (si tal cosa existe) en un animal de fábula sería sin dudas la liebre de la penosa tortuga, así que no se me confunda, por favor le pido."
- Not at all.- termino por decirme.
Se ve que no queria dar una mala impresión juzgadora, aunque yo creo que me conoce mas de lo que pienso que me conoce, más allá de la enorme desventaja de estar muerto.
Una guitarra se asoma seductora a lo lejos, pero no cuaja en este rompecabezas. Restos de noches secretas perdidas que no quieren sucumbir todavía ante el devastador olvido. De todas formas, todavía no supo crear la música adecuada, inútil urgar ese agujero negro tonight, que parece ir escapando asomando la punta de la soga, la última oportunidad.
Y la oportunidad llega a modo de supuesta casualidad, llega por los plazos vencidos auto propuestos en una noche que agarré por las astas y no la dejé ni mover. Llega con mejoras, equidades, por sobre todas las cosas sin empeorar. Es la llave de acceso al reactor principal nocturno para abortar la noche y dormirla en paz. Las cartas siguen hediondas, la culpa se sigue arrastrando. Lo mejor en esta mano es irse al maso, o no ir. Depende si decimos truco o si decimos poquer.