martes, 16 de septiembre de 2008

Noche escurridiza

Cualquier coincidencia con la realidad es pura casualidad. Pero la casualidad es un tema para discutir en otro momento.

Hay ciertas noches que requieren su debida explicacion para que puedran proseguir y no caer presas del vacio del tiempo, no quedar infinitamente culpables resonando en las mentes capitalistas responsables, por lo menos, en este caso.
Se comienza con un sueño extraño, como la mayoria de los sueños que terminan por despertarnos. Yo la veo recorrer una Mar del Plata que solo existio en sueños pasados, en barrios recidenciales, lleno de arboles y jardines con libustrines cubriendo las façadas, el verde frondoso le da una vitalidad diurna a la luna que se posa llena. Y la comunicacion telefónica se vuelve dificultuosa mientras ella va con su amiga, que jamás había visto en otro lugar, salvo en ese taxi. Y se pierde la calidad de imágen. De repente, me veo buscando. No me veo calaramente, porque uno nunca llega a verse en los sueños, pero me veo corriendo bajo el follaje de las verdes y calurosas calles de esa noche inexistente donde de la nada aparece una farmacia con una larga fila en la puerta, a lo cuál yo, como buen hijo de burócrata hago por inercia mientras insisto en el llamado absurdo.
Por ahí debería haber guardado mas misterio a la hora del sueño y no largar el bocado entero. Como para que cueste el proceso de descifrar las cartas que se tienen, nunca fuí un gran jugador de póquer. El tema es que hasta ahora revele la carta central de mi baraja, de la que dependen todos los movimientos posibles, pero que resultan imprevesibles si no se tiene un conocimiento mayor.
Al despertar, el sueño me dejó, acompañado de un gusto seco, la premisa de que la noche comenzaba en ese mismo instante. Ya era inútil intentar volver a dormir como si no hubiese pasado nada, la noche empezaba a latir desde sus entrañas y yo no conozco persona cuerda que moleste a un perro hambriento mientras éste come.
La primer visión real es el horrible lugar donde despierto. 62 diferentes razones para ve a la lógica formal como algo irracional. Ardor de garganta por causas nicotinales y una especie de aceptación, aceptación de que yo era el culpable de haberme despertado, no habia sido la culpa de ningún abrupto ruido de los ruidosos vecinos, que no había sido culpa del penoso recuerdo y la obvia asociasión de una farmacia llena y ella inalcanzable en un auto con una persona desconocida censurando a otra tan evidente; la metafora era absurda. La culpa de despertar en esa horrible habitación carente de personalidad no era mas que mía y que la culpa de leer un experimento literario de un tipo cuya vida fue un experimento no era de más nadie que mía. Todas mías, al despertar del sueño fuí el dueño de todas las culpas y la noche viva obligandome a olerlas, a sentirlas, a vivirlas, ensuciándome en ellas, enchastándome hasta los ojos de ellas. Mostrándome a través de los ojos de un científico literario que lejos qué estaba de la felicidad alguna vez soñada por el niño que fuí.
Noche que no camina, que no se deja descifrar salvo en la obviedad que la crea. Que oculta sus puertas para permanecer secreta e indescifrable(!) por siempre, como tantas otras noches que se aliaron con el tedio y el desgano. Noche que busca que la busquen bajo la luna, pero sin salir, sin mover un pelo, porque eso sería cometer el error más grande de todos, eso sería tirar por la borda toda pista, contaminar la esena del crimen y perder todo rastro de la noche; que no quiere ser encontrada.
El científico recorre mi mente una y otra vez, tirando ideas, creando situaciones y conversaciones que se leen entre lineas "No me juzgue por mi edad Don Jules Forest, no cometa ese error, y se lo digo en personaje, porque yo desde que era muy pibe aprendi que si reencarnaba (si tal cosa existe) en un animal de fábula sería sin dudas la liebre de la penosa tortuga, así que no se me confunda, por favor le pido."
- Not at all.- termino por decirme.
Se ve que no queria dar una mala impresión juzgadora, aunque yo creo que me conoce mas de lo que pienso que me conoce, más allá de la enorme desventaja de estar muerto.
Una guitarra se asoma seductora a lo lejos, pero no cuaja en este rompecabezas. Restos de noches secretas perdidas que no quieren sucumbir todavía ante el devastador olvido. De todas formas, todavía no supo crear la música adecuada, inútil urgar ese agujero negro tonight, que parece ir escapando asomando la punta de la soga, la última oportunidad.
Y la oportunidad llega a modo de supuesta casualidad, llega por los plazos vencidos auto propuestos en una noche que agarré por las astas y no la dejé ni mover. Llega con mejoras, equidades, por sobre todas las cosas sin empeorar. Es la llave de acceso al reactor principal nocturno para abortar la noche y dormirla en paz. Las cartas siguen hediondas, la culpa se sigue arrastrando. Lo mejor en esta mano es irse al maso, o no ir. Depende si decimos truco o si decimos poquer.

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